No leo novelas de Stephen King

No leo novelas de Stephen King. Leí una hace un porrón de años y lo pasé tan mal que dije que nunca más en la vida. Misery, qué mal rato, por favor. 

Pero esta semana, a raíz de una corrección, recordé una escena de esa novela que me dio que pensar, y es cuando la protagonista se queja porque los guionistas del serial semanal que le gustaba ver de pequeña se sacaron de la manga una huida milagrosa para el personaje principal, un superhéroe llamado Rocket Man. Ella dice que eso no es legítimo, porque en el episodio anterior se veía claramente cómo Rocket Man caía a un precipicio dentro de un coche, pero en el siguiente, mágicamente Rocket Man había salido del coche antes de que este cayera por el barranco. Y eso era trampa. 

A ver, la entiendo. Ese “sacarse cosas de la manga” es un recurso que en un espectáculo de magia queda muy bien, pero escrito en una novela la hace parecer pobre. La devalúa. 


Para escribir es necesario un buen argumento, una buena historia general. Pero también es necesario cuidar los detalles. No pido una genealogía al estilo bíblico, pero sí un poco de coherencia y unidad. Un personaje puede tener un flash y recordar algo, pero no puede sacar conclusiones sobre una información que no tiene ni ha tenido nunca. Eso sería revelación divina, y aunque no dudo de ella, no es este el caso. 


Así que si queréis que vuestra novela tenga al menos una oportunidad, cuidad de las pequeñas cosas; al final, son las que marcan la diferencia. 

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