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Pues resulta que un autor muy majo, al que le he revisado dos novelas, me ha propuesto participar en la presentación del tercer libro de la trilogía. Quiere hacer una especie de mesa redonda con otro colaborador y charlar un poco sobre lo que surja e ir respondiendo las posibles preguntas del público asistente. 

Y yo, que soy tímida a más no poder, me estoy planteando que podría estar bien. Y ya no por darme a conocer ante clientes potenciales, sino porque el último trabajo que he hecho ha sido un libro titulado 33 piezas del puzle de tu vida, y una de esas piezas habla de salir de la zona de comodidad para poder crecer y descubrir lo bueno que hay detrás de los muros que nos construimos. 

Y me sorprende que me esté planteando siquiera decir que sí, cuando mi tendencia natural es encerrarme en mi cueva y que nadie me moleste. A ver, ¡que los correctores somos el último mono! ¡Si ni siquiera salimos en las páginas de créditos! (Y lo bien que se vive en el anonimato, no voy a negarlo.) 

Este es el gran poder de la lectura: que abre la mente. Y como pasa con un melón, una vez abierto ya no se puede cerrar. 

¿Significa eso que diré que sí? Ni idea. Si así es, seréis los últimos en saberlo. 

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