Decir que no

El lunes pasado tuve una entrevista de trabajo. 

He estado mandando currículums a editoriales para ofrecerles mis servicios de corrección y edición de textos, y una de ellas me contactó porque justo estaban buscando un asistente de edición. Así que quedamos para una primera toma de contacto y contarnos mutuamente qué necesidades y expectativas teníamos acerca del puesto de trabajo. 

La persona que me atendió fue maravillosa: hablaba con una pasión y amor por el proyecto que me emocionaron. Se notaba que le gustaba lo que hacía, que creía en ello, que tenías las cosas claras, que conocía sobradamente la visión, la misión y los valores de su empresa. 

El puesto de trabajo, asistente de edición, encajaba a la perfección con el último curso que he hecho, el certificado de profesionalidad de Asistencia a la Edición Editorial. Las tareas básicas consistían en planificar proyectos, hacer los cronogramas, coordinar a los profesionales que deben participar en cada libro, corregir textos, redactar notas de prensa, revisar la maquetación… Y todo eso, además, siendo una editorial que se dedica en un 95 % a la literatura infantil y juvenil (LIJ), que me chifla. 

Había otra parte del trabajo que consistía en lo que yo llamaría "relaciones públicas": asistir a ferias de libros, hacer presentaciones, representar a la editorial en algunos eventos, acompañar a los autores, estar al día de las tendencias… 

El horario era de lunes a viernes por las mañanas, media jornada. Y aunque tendría que coger el coche para ir a trabajar (nuestros dos pueblos están muy mal comunicados), el desplazamiento no me llevaría más de 20 o 25 minutos (búsqueda y maniobra de aparcamiento incluidas). 

Si no era el trabajo ideal, poco le faltaba. 

Aun así, después de valorar los pros y los contras, finalmente decliné la oferta de trabajo. 

Sí, podéis echaros las manos a la cabeza y venir a flagelarme. 

Cuando le escribí a la editora para darle mi respuesta, le di dos motivos. Uno es algo "técnico", y es un poco pobre como argumento, lo reconozco: soy tímida y odio hablar en público. O sea, puedo escribir los versos más tristes esta noche1, pero no puedo recitarlos delante de nadie. ¿Quieres un discurso? Lo escribo. ¿Una conferencia? No problem. ¿Una carta de amor? Prepárate para rechazar a las mil o a los mil pretendientes que te van a salir. Pero ¿hacer una presentación oral delante de personas? Ni hablar. 

Digo que esto es algo "técnico" porque oye, todo se puede aprender. Con tiempo y terapia todo se cura. Pero este aspecto del trabajo, en un primer momento, me resulta antinatural y me echa para atrás. 

El segundo motivo es, para mí, el quid de la cuestión: le dije que en este momento de mi vida no podía asumir el nivel de compromiso y exigencia que requería el puesto. Un trabajo de estas características no ocupa solo media jornada, sino que tu cabeza sigue pensando y trabajando más allá de las cuatro horas diarias. Y eso entraría en conflicto con mi propio proyecto vital y laboral: mi miniempresa de corrección y edición de textos. 

Soy consciente de que es el trabajo ideal para cualquiera que quiera introducirse en el mundo editorial. Y si tuviera treinta años en vez de los cuarenta y cinco que tengo, me tiraría de cabeza a esa piscina, porque es una oportunidad entre un millón. Pero a estas alturas de la vida lo que busco es un trabajo que me aporte paz y tranquilidad. No necesito más. (Bueno, algo de cash para pagar las facturas y los autónomos, tampoco nos vamos a engañar, pero quiero que eso sea algo secundario, un by-product, no el leitmotiv que me dirija.)

Así que nada, se puede decir que no a algo muy chulo y no sentirse mal por ello. Cuesta, porque el miedo y la incertidumbre siempre están ahí dispuestos a pincharte: "¡Este mes vas a acabar en números rojos! ¡Jamás volverán a contratarte!". Pero, como dijo un gran rey: Yo confío en ti, oh Señor; digo: "Tú eres mi Dios". Mi futuro está en tus manos


1. Pablo Neruda, Veinte poemas de amor y una canción desesperada (Madrid: Alianza Editorial, 1998), p. 109. Poema 20. 

Comentarios