Que dé comienzo la hecatombe
Me gustan las pelis de James Bond.
Desde pequeña, siempre que pillaba alguna en la tele me quedaba embobada mirándola. Con el tiempo, las tramas y personajes han ido evolucionando para adaptarse al mundo que nos rodea, así como también los villanos: hemos dejado atrás a un esbirro patoso de dos metros y boca de metal para toparnos con uno que nos liquida con un simple roce de la piel.
Uno de los que más me llamó la atención en su día fue el magnate de las telecomunicaciones Elliot Carver, que aparece en El mañana nunca muere. Es un personaje histriónico y megalómano: la lona gigante que cubre uno de sus rascacielos da una idea de la nula humildad de este malvado.
En su intento de provocar una guerra para poder cubrirla con sus medios de comunicación, suelta una de las frases más potentes que escuchado en una película: "Que dé comienzo la hecatombe".
Pues bien, así es como me siento yo hoy en mi primer día como autónoma. Se acabaron los contratos a medias y la economía sumergida (que sí, por narices existe en un país donde la cuota mínima de autónomos no tiene en cuenta ni los ingresos, ni los beneficios, ni las horas de trabajo, ni nada). Ahora toca ponerse al día con impuestos, facturas, retenciones y lo que venga.
Así que sí, que dé comienzo la hecatombe, el caos, el pánico empresarial. Bienvenido el miedo si sirve para avanzar. Bienvenidas las dudas si nos ayudan a crecer. Bienvenidos los libros aburridos si nos dan de comer.
Como dijo el poeta: "Tot està per fer i tot és possible".

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