Errar es humano
Al principio de este trabajo, uno de mis miedos más paralizantes era hacer mal el trabajo y equivocarme, dejar pasar fallos garrafales. Me imaginaba la plaza pública del pueblo medieval típico, con la hoguera o el patíbulo en medio, y yo allí, expuesta, y todo el mundo riéndose:
—¡Ja, ja, ja! ¡Una correctora que comete fallos! ¡A la hoguera con ella!
Bueno, vale, tal vez he exagerado un poco, pero sí me daba pánico que el trabajo no estuviera absolutamente perfecto.
Con el tiempo me ha tocado aprender, no siempre a las buenas, que la infalibilidad no existe (diga el papa lo que diga). Somos humanos, cometemos errores. Punto. El truco está en cometer los mínimos errores posibles. Hay que leer bien el texto, releerlo, analizarlo con calma, con cariño, pero sin obsesionarse.
A día de hoy, ese miedo irracional sigue atacándome de vez en cuando, y en esos momentos me consuela releer unas palabras que una buena amiga y compañera de trabajo me escribió hace unos años.
A la pregunta "¿Cómo trabajar en esto sabiendo que no somos infalibles?", su respuesta fue:
Bueno, vale, tal vez he exagerado un poco, pero sí me daba pánico que el trabajo no estuviera absolutamente perfecto.
Con el tiempo me ha tocado aprender, no siempre a las buenas, que la infalibilidad no existe (diga el papa lo que diga). Somos humanos, cometemos errores. Punto. El truco está en cometer los mínimos errores posibles. Hay que leer bien el texto, releerlo, analizarlo con calma, con cariño, pero sin obsesionarse.
A día de hoy, ese miedo irracional sigue atacándome de vez en cuando, y en esos momentos me consuela releer unas palabras que una buena amiga y compañera de trabajo me escribió hace unos años.
A la pregunta "¿Cómo trabajar en esto sabiendo que no somos infalibles?", su respuesta fue:
Yo, al menos, no intento que quede PERFECTO, porque soy consciente de que: 1) no somos infalibles, y 2) ningún trabajo, por bien que se haga, puede quedar impecable.
Además, está el tema de que muchas de las reglas / normas lingüísticas son ambiguas o pueden tener una doble interpretación, y de que cada uno hace de la ortografía y el estilo lo que le parece.
Con todo esto, lo que yo intento es que los fallos queden lo más disimulados posible. Los fallos más gordos del texto se solucionan con buenas herramientas y, quitando lo gordo, solo quedan los detallitos. Esos son los que hay que aprender a disimular.
Mira, todos los libros tienen fallos, pero no los vemos. El modo "lectura" y el modo "corrección" son diferentes a la hora de mirar un texto. Y eso juega también a nuestro favor, porque quiere decir que los fallos que se nos escapan no son importantes para la comprensión del texto por el lector, que es lo que importa.
Por muy perfeccionistas que seamos, debemos usar la ignorancia ortográfica-gramatical del mundo a nuestro favor.
Ahí lo dejo.

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